Diciembre llega con una energía de transición consciente: un mes que abre horizontes, ordena verdades internas y te invita a empezar a construir lo que realmente quieres sostener en el nuevo ciclo. No es un mes de prisa, es un mes de claridad. Lo que parecía disperso comienza a alinearse, y lo que estaba en pausa encuentra su dirección.

Noviembre llega como un mes de transformación silenciosa, de esos que no solo mueven lo externo, sino lo más profundo del alma. Después de un tiempo de introspección, el cielo propone avanzar con propósito, pero sin perder sensibilidad. Lo nuevo empieza a tomar forma, y lo que parecía incierto comienza a revelar sentido.

Septiembre llega como un mes de ajustes profundos y revelaciones que marcan el rumbo hacia lo que verdaderamente tiene sentido sostener. Es un tiempo de cambios internos y externos que piden paciencia, claridad y confianza en el proceso.

Agosto llega con un aire de transición y definición. Es un mes que nos invita a integrar lo que los últimos meses han ido removiendo y a elegir con más claridad hacia dónde queremos avanzar. 

Julio es un mes de revisión, ajuste y reencuentro con lo esencial. Con varios planetas entrando en movimiento retrógrado —Neptuno, Saturno, Mercurio y Quirón— la energía se vuelve menos externa y mucho más interna.

Junio nos lleva hacia adentro. Después del movimiento mental y comunicativo de mayo, este mes baja el ritmo y nos invita a reconectar con lo esencial: lo que nos da paz, contención y sentido real.

Mayo es un mes de transición profunda y movimiento interno. La energía se siente como si estuviéramos cerrando una etapa mental, emocional o incluso energética… para abrirnos a una nueva forma de actuar, pensar y comunicarnos con el mundo.

Después de un marzo que nos sacudió por dentro con eclipses, retrogradaciones y muchas preguntas sin respuesta, abril se siente como un punto de inflexión.